Una noche de paz (ficción)

silent-night

Por Tué-Tué.

Las estrellas y alumbrado público dominaban la ciudad, en víspera de navidad, y todo pareciera estar en calma, como si la fecha fuera algo tan especial para detener el caótico canto de dios en el universo. Algo totalmente imposible. Sin embargo, a pesar de lo dicho, en la mediagua de Saavedra se mantenía en una tranquilidad casi perpetua, que ni un erizo podría perturbar. Bueno en realidad, sólo hay uno que podría arruinarlo todo y no era precisamente una de las mascotas tiernas de Saavedra. Calamares, como mano izquierda del Padre Erizo, tenía el debe y la obligación de hacer la vida de Saavedra miserable. Al grado de que no importa cuantas veces tenía que torturarlo y matarlo para lograrlo. Es así que a unos pocos minutos de que comenzará un nuevo aniversario del nacimiento de Jesús (conocido como el loquillo de los pantalones elegantes), Calamares preparaba un presente para la persona que más odiaba.

En toda la “casa”, se escuchaba la alarma de un celular, Saavedra despierta sabiendo que son las 12 de la noche y que el Viejo Pascuero ya dejó los regalos en un seco eucalipto que encontró botado y que decoró con basura, a manera de un árbol navideño. Cuando ya estaba llegando a linvig de su hogar, que en realidad era la misma habitación de él, saltando de alegría y manteniendo sus brazos en alto y doblados, se encuentra con Calamares, vestido de un Viejo Pascuero post-apocaliptico con antiparras.

Hola, Saavedra —dice Calamares con malicia y teniendo un hacha en su mano.

¡Caaa… lamares!… ¡Por favor!, no me hagas daño… Ya te has divertido mucho conmigo en el año. —Saavedra se arrodilla, como intentando rezar por salvación, dejando caer algunas lagrimas—. Sólo quiero una noche de paz. ¡Por favor!

¡No!, no hay misericordia para basura como tú. —Sin más, Calamares levanta el hacha sobre su cabeza y antes de que la combinación de fuerzas resultantes choquen en la cabeza de Saavedra, una mano blanca detiene el ataque de Calamares y luego éste, es proyectado hacia afuera de la media agua. Ya en el suelo, Calamares se levanta y se saca los pedazos de madera que estaba encima de él, y al ver quien fue el que lo uso de proyectil humano para destrozar una pared de la media agua, éste comienza experimentar una alegría tremenda. Calamares no tenía salvación, por que el Viejo Pascuero estaba en la ciudad.

¡Ya me case de ti y de tu forma obtusa de ver las cosas! —dijo el Viejo Pascuero, quien vestía como un caminero, con una combinación de colores de rojo, verde y blanco. Además de usar su barba blanca corta, ideal para un clima cálido—. Esto termina ahora y ya. —Luego saca de un saco que tenía de su mano, un sable japonés de un brillo paranormal.

Calamares estaba contento, por fin iba a tener alguien con quien pelear y que estaría a su altura. Así fue, que se abalanzó con su hacha hacia el viejo pascuero, mientras Saavedra miraba perplejo, desde su agujero en su hogar, la batalla épica que se estaría por formarse. Pero no duró mucho, el viejo pascuero decapitó “a Calamares sin mucho esfuerzo ni mucho menos derramar sangre en el suelo y a su sable” (sic).

Por fin acabé con el maldito —dijo el Pascuero, guardando a la cabeza de Calamares en su saco—. Ahora tengo un regalo perfecto para el Padre Erizo. —Luego se dirige hacía Saavedra que miraba perplejo desde su media agua—. Disfruta tu regalo mi amigo: una noche de paz.

Sin más el viejo pascuero se desvanece en el aire, dejando a Saavedra con una noche tranquila, por ahora.

[CC 2014, Tué-Tué]

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